Integrantes:
Derek
Barzola.
Darwin
Bermeo.
Carlos
Peralta.
Cuento de Pinocho.
Erase una
vez en una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba
más un día de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de
madera que había construído este día. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha
quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió
llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco
fuese un niño de verdad.
Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse
profundamente dormido, llegó un hada buena y viendo a Pinocho tan bonito, quiso
premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.
Al día
siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se
movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del
viejo carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela.
Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. Le acompañó
su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena.
Pero, en el
camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus
travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela,
Pinocho decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas.
Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de
burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, se le crecía la
nariz poniéndose colorada. Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo
bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al
salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena.
Pinocho, con
la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando
Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero
la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él.
Dentro de la
tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a
pensar cómo salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida.
Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa
salió volando con sus tres tripulantes. Todos se encontraban salvados.
Pinocho
volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado
bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de
carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.